Retiro «Los cuatro inconmensurables»

La meditación es el auténtico antídoto

El otoño es una época del año que se presta al recogimiento. Y la casa que en noviembre nos acoge, Can Benet Vives, rodeada de un entorno natural que respira una presencia serena y poseedora de una magnífica sala de meditación, llamada (¿como no?) del observarse, es un espacio ideal para un abordaje meditativo sin medida. Y es que los retiros de este otoño del Maestro Xavier Puigdevall giraran alrededor de los Cuatro Inconmensurables, las cuatro actitudes sublimes que nos permitirán profundizar amorosamente en una espiritualidad orientada a dar respuestas concretas a un sufrimiento palpable: 

¿Quién no precisa, ante la dureza y la agresividad reinantes, reconnectarse con el abanico generoso que nos ofrece el amor devocional, maternal e instintivo?

¿Quién no percibe la amargura seca del mundo y no necesita refrescarse en la alegría interna propia y así poder sonreír al generar en el otro una sonrisa?

¿Quién no tiene el alma fatigada de sentir, un día tras otro, el propio sufrimiento y el que nos rodea y no requiere de la compasión para aligerarlos?

¿Quién no está harto de ser sacudido por el balanceo de las polaridades siempre excluyentes: bien o mal, blanco o negro… y busca una capacidad ecuánime para centrarse?

La investigación meditativa de los Cuatro Inconmensurables nos posibilitarán descubrir las respuestas en aquel tesoro que a menudo olvidamos y donde, ahora, tenemos la oportunidad de submergirnos de nuevo: el profundo silencio interior. Y así…

Experimentar el amor de manera pura, poder quererse y querer profunda y limpiamente mientras disolvemos suavemente la dureza de corazón que está secando y ennegreciendo la bella sensibilidad humana.

Sonreír con alegría, contagiar (no solo los virus se extienden: la alegría tiene una formidable capacidad de expandirse) a aquellos que tenemos la satisfacción de alegrar y transformar la sequedad en un río que sonríe.

Sentir la auténtica compasión, aligerar el propio dolor y contribuir a aligerar el de quien nos rodea.

Y, por fin, centrarnos, firmemente serenos, y observar, ecuánimes, el mundo loco sin enloquecer.

Cuatro actitudes sublimes, cuatro auténticos pilares sobre los cuales ir edificando una casa interior que nos cobija y que nos permite respirar el espacio donde reina un amor alegre, compasivo y ecuánime. Un retiro para respirar este espacio de gozo: al inspirar lo reconocemos, oh maravilla, en nuestro interior y al expirar lo esparcimos naturalmente, sin esfuerzo, a todo lo que nos rodea y más allá.

El mundo está enfermo: la meditación es el auténtico antídoto.

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